domingo, 12 de octubre de 2014

Querido Chrome

Querido Chrome, voy a ser clara, sincera y mal hablada. Estoy hasta el toto de ti.

Quizás no eres tú y soy yo, o mi ordenador. Pero ya no puedo más.
Estoy harta de tus errores, de que consumas más de un giga y medio con sólo una pestaña abierta, de tus constantes preguntas, de que me traduzcas páginas españolas al español, de que guardes todos mis intentos de recordar un nick, de que guardes como nick ese día que puse nick+Q+contraseña, de que abras los PDF descargados en otra pestaña y no en su maldito programa, de tus mierdas de actualizaciones, de tus "¡Oh, no!", de que te surjan errores cuando veo vídeos en Youtube o que petes cuando estoy a punto de llegar al final de Tumblr.
No aguanto más, me saltan las lágrimas cada vez que veo esa pantalla azul. Tengo pesadillas con ese "¡Oh, no!".

¡¡NO PIENSO AGUANTAR UN "OH, NO" MÁS PORQUE TARINGA NO ME DA NINGUNA SOLUCIÓN!!

Me marcho, ahí te dejo, me voy con alguien que me quiera más, o al menos, que soporte llegar al final de Tumblr.

Volveré cuando se me pase el cabreo o cuando le cambie la pasta térmica del ordenador, lo que surja antes.

miércoles, 23 de abril de 2014

Querida Naviera Armas, tenemos que hablar

Naviera Armas, tenemos que hablar.

No me gusta lo que estás haciendo, estás jugando con mis sentimientos, me estás mintiendo, me estás engañando, haciendo promesas que nunca cumples y lo peor de todo es que yo sigo fiel a ti como una tonta en vez de ponerte los cuernos con Fred Olsen o Binter.

Sé que esto no me pasaría si no me hubiera empeñado en estudiar en una universidad muggle, o si me hubiera sacado la licencia de Aparición, o si las casas de hoy en día tuvieran chimeneas de verdad.
Hace un año que me dijiste con esa estúpida y sensual voz “nena, voy a bajar los precios y tardaré dos horas y media, te lo voy a demostrar”.

Y ahí iba yo, a coger el barco un día cualquiera cuando me encuentro a la prensa en la escalinata del barco, con las banderas ondeando, con toda la tripulación en traje de gala con sombrero y catering a bordo. Y pensé que lo hacías por mí, porque me querías.

Pero no, te vendiste por cuatro políticos, porque le querías enseñar a donde fue el despilfarro de dinero que te dieron para hacer un muelle nuevo alejado de la mano de dios y los trataste bien, más que bien, como si fueran reyes y a mí me tratas como una mierda prometiendo que el nuevo muelle va a traer muchas ventajas a parte del tiempo. Los precios no subirán, dijiste. También prometiste que iban a bajar porque ahorrabas combustible. Y yo como una estúpida me lo creí.

Y como una tonta me pegué cuatro horas de trayecto. Porque claro, no podían ir esos políticos caminando como todo el mundo hasta el muelle, o en taxi, o en sus coches oficiales, que para eso tienen dinero. No, tenías que subirlos en nuestro barco, tardar media hora en llegar a ese maldito muelle y cuando parecía que ya podía poner rumbo a mi isla decides que vas a atracar. ¿Pero qué te crees, estás haciéndote el guay? ¿Te los quieres ligar? Porque si es así me lo dices, para irlo aceptando, pero que sepas que ellos nunca te van a querer como lo hago yo, básicamente porque ellos se mueven de una isla a otra en avión (menos Paulino, que él tiene su propio helicóptero).

Estaba temiendo que también echaras amarras para que los políticos bajaran a dejar su huella en el nuevo muelle, menos mal que tuviste consideración. Pero no por eso estoy menos enfadada, porque cariño, bien que tardaste en atracar, que no sé pero tienes un barco no un camión, a ver si lo practicamos guapo.

En realidad pensé que el trayecto terminaba ahí, en el muelle nuevo, los quince euros peores invertidos. Pero no, decidiste dejar de alardear y mover tus hélices. Luego anunciaste por megafonía con una perfecta voz dulce y amable, no como me sueles hablar a mí, que iban a poner en marcha el cronometraje de la nueva travesía, para asegurar que se iba a cumplir las dos horas y media que prometen con este nuevo muelle, reduciendo el tiempo en media hora entre islas.

¡Serás mentiroso! ¿Eso se lo dices a todos? Porque me dijiste que tu travesía duraba dos horas y media la primera vez que fui contigo. ¡Y era mentira! Tardaste tres horas. Y ahora vienes presumiendo delante de los políticos diciendo que eres más rápido.

Pero esta vez sí tardaste dos horas y media. No sé qué combustible habrás utilizado, no sé si le echaste Red Bull o si tenías a un par de ballenas tirando por delante. Pero fuiste puntual en el cronometraje y claro los políticos contentos, más por el vino que por lo del tiempo.

Por fin llegamos a tierra y pude bajarme de esa travesía eterna, no sin antes pasar por una fila de azafatas con su traje de gala, sombrero incluido, y sonriendo. A mí nunca me sonríen y mucho menos llevan esas pintas. ¿Y de dónde salió tanta tripulación? ¿Había alguien en los otros barcos o los mandaste a todos a este? Y si es así, ¿había alguien manejando los otros barcos o iban a la deriva?

Cuando llego a la escalinata cuál es mi sorpresa. Más azafatas haciéndome el pasillo al final de la escalera. Y prensa, mucha prensa. Y yo con mis pelos al viento, que hacía una ventolera impresionante, cargada como una mula con mis maletas porque no pude meterlas en el furgón y temiendo caerme y salir en todos los informativos. Y para colmo a tres metros del barco aparcado los coches oficiales de los políticos. ¿Sabes dónde tengo que buscar el coche? Yo tampoco lo sé, porque no hay ningún parking para dejar el coche, oficialmente hablando, siempre existe la posibilidad de dejarlo mal aparcado y con la Policía Portuaria insultándote porque ahí no se puede dejar el coche. Y no me hagas hablar de ellos, que son unos ineptos y cada vez que me bajo del barco quiero pegarle con mis diez kilos de maleta y mis cinco de portátil. Pero hoy no he venido a meterme con ellos, sino contigo, querida Naviera Armas.

Ya estoy harta, estoy escribiendo esto desde un barco tuyo. Llevo dos horas en él y todavía veo la isla de la que he salido muy nítida y no hay rastro de la otra. Quieres que me crea que voy a llegar en media hora, quieres que me crea que vas a pulsar el botón del nitro y vamos a llegar a tiempo. Sigues tardando tres horas en llegar, ni muelle nuevo ni pollas, tres horas. Pero sabes qué es lo peor, que me has subido el precio. ¿Qué pasó con esa promesa? No importa, verdad, total esos políticos nunca se volverán a subir. Pero yo sí, como una tonta vuelvo a subir a este barco y ya has subido tres, cuatro, cinco veces el precio en dos años, no mola, ya no eres guay.

Pero sabes que no me voy a ir con otro, sabes que Fred Olsen ya está tardando el doble y que ha subido sus precio y por eso lo has subido tú, que listo eres y que cabrón también.

Pues ya estoy harta de tus mentiras y tus falsas promesas. Estoy harta de tus tardo dos horas y media, harta de tus precios bajos, harta de tu nueva flota y que siempre me toque el barco más viejo, harta de tus llegamos en 15 minutos y que en verdad sean cuarenta y cinco, harta de que después de la película pongas documentales en vez de capítulos de Mr Bean, harta de tu Wi-Fi gratis que nunca funciona, harta de tus cuatro enchufes, harta del pésimo inglés del capitán, harta de que tardes media hora en atracar, harta de que tardes diez minutos en bajar la rampa, harta de los anuncios de megafonía que algún día me moriré en el barco de un infarto, harta de tus simulacros de emergencias, harta de pasar media hora para coger la maleta del furgón, harta de tu horario a las siete de la mañana y harta de llegar a las doce de la noche.

Con cariño.


PD: No he publicado esta entrada desde tu barco, huelga decir que el WI-FI no funcionaba.

miércoles, 31 de julio de 2013

Carreras ilegales

No me gusta conducir.

Esta entrada podría ser la más corta de este blog si a la gente no le costara tanto entender esa frase. Pero le cuesta.

No entiendo por qué asumen que me gusta conducir, que quiero un coche y que debería cogerlo hasta para tirar la basura. Tampoco entiendo cuando se sorprenden y me tachan de loca cuando digo que no quiero conducir.

Es decir, podría entenderlo si a los diecisiete años sólo deseara tener dieciocho para conducir. También lo entendería si nada más cumplir los dieciocho ya me hubiera apuntado a una autoescuela.
Yo creo que no he dado muestras de que ame conducir, aparte de las típicas y que últimamente me he aficionado a un simulador de guaguas.

Lo acepto, me gusta las carreras. Es lo normal cuando el primer videojuego de tu primera consola es “Los Autos Locos”. Crecí haciendo las carreras más locas, saltando de acantilados  poniendo trampas a los demás corredores para conseguir el título al “Piloto más Loco del Mundo”. Con mi segunda consola pasé a un tema más profesional con el “Formula One 2003”. He de decir que no mejoré mi técnica, es más, pasaba más tiempo fuera de la pista cogiendo tierra que dentro, eso me llevó a pasarme de bando y dedicarme a los Rally con “World Rally Championship II”. Con este juego tuve más avances, algún que otro árbol me comí y me aficioné a chocarme contra el público para mostrar mi cariño.
Visto que no ganaba el dinero suficiente con estas competiciones decidí pasarme al mundo de las carreras ilegales. Y así hice, me apasioné a la saga del “Need For Speed”, fui escalando en ese mundillo hasta que me hice un nombre. Al principio se me resistían las carreras de Aceleración, soy más de Circuitos, conocer el terreno y dejar que el oponente se aleje y se relaje para luego atacar. Otra carrera que nunca pude dominar fue la de Derrape, que derrapar yo derrapaba, lo que no entendía era por qué se empeñaban en poner muros tan cariñosos que sólo querían rozarme.
Sin previo aviso me convertí en la “Most Wanted” y con el “Carbono” fui perdiendo poder por zonas, por lo que tuve que alejarme de las calles. Esto supuso un problema, al dejar las carreras se acabó mi fuente de ingreso por lo que tuve que dedicarme a algunos trapicheos con las drogas, prostitución y extorsión con el “Grand Theft Auto”. Esta nueva faceta me proporcionó mejorar mis habilidades, desde aprender a subirme a cualquiera coche, pasando por el manejo de otros tipos de vehículos (helicópteros, tanques, camiones, guaguas, furgones, coches varios, carritos de golf, motos y bicicletas).
Años después me propusieron rehabilitarme, volver a las carreras pero en circuitos cerrados. No duré mucho en el “Shift”, extrañaba la ciudad y poder modificar mi propio coche, por eso me ofrecieron el “Undercover” y disfruté de cada carrera. Después de esto decidí alejarme un poco de ese mundillo, el nivel de las carreras en la nueva consola no me agradaban, aparte de que pedían una cantidad de dinero desorbitante para acceder a las competiciones. Hasta que me ofrecieron “The Run”, 25.000.000 dólares para poderme retirar y contratar a un chófer para el resto de mi vida.

Con el dinero en paraísos fiscales, terceras personas decidieron que era hora de sacarme el carnet de conducir. Tres veranos tardé. La cosa más estúpida que he hecho, un carnet para poder morir en una carretera legalmente.

Y digo terceras personas porque así fue. Nunca quise sacarme ese maldito trozo de plástico y nunca di muestras de ello, aparte de mis constantes carreras en videojuegos y que una vez dije que algún día tendría un Peugeot 106, cuando los 106 eran los coches más modernos (ahora irán por el 1006, más o menos).

¿¡Quién en su sano juicio permitiría que yo condujera un coche!?. Me he criado conduciendo en carreras ilegales y conduzco como si estuviera en una de ellas. Cuando adelanto a un coche primero cojo su rebufo, mientras lo adelanto pulso el botón del aire acondicionado por si ya tengo cargado el Nitro y cuando termino el adelantamiento vuelvo a mi carril con un giro brusco para que no intente adelantar. Sin comentar mi ligera dislexia con el pedal del freno y del embrague. Y que no domino mucho el arte de aparcar. Y que acelero cuando va a pasar el tranvía. Y que cuando alguien se me quiere colar mi primera reacción es acelerar y tirarle el coche. Y que no freno en las curvas, ¿quién frena en los videojuegos?.

Yo si fuera examinadora no me hubiera dado el carnet de conducir, no me permitiría coger un coche, en mi vida ni en la siguiente. Soy un peligro en la carretera, sé que un día me voy a pegar un leñazo épico por pasarme toda la vida en videojuegos y me da pena del que se me cruce delante.

Que sí, que entiendo que tener el carnet de conducir es muy importante, que es fundamental para conseguir trabajo y que bla, bla, bla. Pero entienden que es la forma más tonta y estúpida de morir, más que tirarte de un balcón a la piscina… Bueno, esto tengo que pensarlo.

Claro que no lo entienden. Es decir, si dices que tienes miedo a montarte en barco, tren o avión es aceptable, pero decir que tienes miedo a montarte en un coche es una locura. Pues no lo entiendo, las estadísticas están ahí. Yo no tengo necesidad de tener taquicardias cada vez que me monto en un coche, despertarme por pesadillas con los pies hundidos en un freno imaginario o bajarme del coche bañada en sudor que los de Pimp My Ride podrían montarme un jacuzzi en el maletero.

Millones de personas conduciendo a la vez, tomando decisiones a la vez, tomando decisiones propias, sin pensar en los demás, decisiones imprudentes, excesos de velocidad, de drogas, de alcohol. Como millones de hormigas en el centro de la ciudad que sin previo aviso alguien puede pisar.


La forma más estúpida de jugarte la vida y que otros se la jueguen por ti.

domingo, 24 de marzo de 2013

Querido Harry

¿Conocen el proyecto de "Querido Harry"? Consiste en un libro compuesto por cartas de afecto y agradecimiento hacia Harry Potter o J.K. Rowling que salió a la venta el 15 de enero. En otras palabras, la versión en castellano de "Dear Mr. Potter".

Cuando escuché hablar del proyecto "Dear Mr. Potter" me gustó mucho y más sabiendo que los beneficios del libro irían a para a "The HP Alliance". Se empezaron a recopilar las cartas e Internet hizo su magia. Recuerdo leer algunas cartas hechas a mano de niños y me recordó algo que tenia pendiente, mi carta a Harry.

Nunca escribí esa carta, tal vez porque me sentía ridícula escribiéndola, tal vez porque no sabía por donde empezar, tal vez porque parecía una despedida o tal vez porque tendría que armarme de valor para escribirla. De cualquier manera, siempre pospuse la idea de escribir la carta, desde antes de ese proyecto hasta después del mismo.

Siempre fue una espina clavada esa carta, tenía un secreto que no podía compartir con nadie, excepto con Harry. La saga había terminado y la idea de esa carta era cada vez más dolorosa, quizás porque se acumulaban los secretos, quizás porque la idea de escribirla significaba decir adiós a mi infancia, temiendo que él se fuera con esta.

Al final del 2012 surgió la idea de "Querido Harry" de la cabeza de alguien que no conozco (lo que se encuentre en Internet no cuenta) pero que me atrevería a decir que admiro. De nuevo volví a recordar la carta que siempre quise escribir y que nunca me había atrevido, pero esta vez decidí que sí.

Cuando empecé a escribir la carta lo hice por mi. No me importaba si era aceptada o no, tampoco sabía si lo que estaba escribiendo eran lo que pedía o si iba a aburrir con mi historia. Nada de eso me importaba, sólo quería soltar todo lo que había guardado, todo lo que no me había atrevido a decirle a nadie, todo lo que había sufrido y todo lo que había superado.
Y eso hice, dejé que la niña que no quería crecer tomara un lápiz y papel y escribiera lo que sentía. Porque esa era la meta de escribir la carta, que fuera como si la hubiera escrito hace diez años. Luego dejé que mi yo actual escribiera un par de líneas.
Fue doloroso, no lo voy a negar. Saqué de la oscuridad cosas que me había obligado a olvidar, cosas que me había repetido infinidad de veces que no eran el detonante, actos que he ocultado e ideas que nunca debí planear.
Cuando las lágrimas no me dejaban ver lo que escribía me planteé dejar la carta. ¿Por qué me estaba haciendo esto? ¿Por qué estaba escarbando en algo enterrado? ¿No era mejor dejarlo como estaba?
Pero ya había escrito lo peor, continué y terminé la carta. Fue extraña la sensación que tenía después de terminarla, estaba como en paz, ya no dolía el corazón y la carga había desaparecido.

Y luego llegó la confirmación, mi carta iba a ser publicada. Mi primera reacción fue de sorpresa, ¿quién en su sano juicio elegiría la carta?
Luego llegó los nervios, ¿y si soy la única que ha contado algo tan personal?.
Más tarde llegó la histeria y comprendí lo que significaba que mi carta fuera publicada, no estaba preparada para que desconocidos leyeran esa carta o lo que era peor, mi familia. Intenté tranquilizarme y recordar porqué había enviado esa carta, me recordé que si no la había dejado guardada en esa libreta era porque quería que otros conocieran mi historia, que alguno se sintiera identificado y viera que no estaba solo, o acaso no recordaba lo bien que me sentía al leer otras cartas con historias similares.

En verdad miento con esto último. Puede que una parte de mi escribiera la carta por eso, otra parte sabía que si era publicada ese libro estaría en mi estantería, que algún día a alguien le diera curiosidad y lo leyera. Porque seamos sinceros, soy Hufflepuff, nunca me atrevería a decir en voz alta lo que plasmé en esa carta y puede que nunca encuentre el valor de escribir otra.
En verdad quería que mi familia supiera lo mucho que me ha costado estar aquí ahora. Así que dejé unas reglas básicas: no leer el libro; si lo leen, que no sea en mi presencia; no hay comentarios sobre el libro.

Sobra decir que lo leyeron, también que me obligaron a comentarlo. Aunque me negué a decir palabra alguna, tengo que decir que ahora me siento mejor, llevaba mucho tiempo detenida en la misma página y he podido avanzar.

Gracias Querido Harry.



Ops, esto es un poco vergonzoso, pero... No, no voy a colgar la carta a este blog. Independientemente de si la carta se publicara o no, nunca fue mi intención ponerla aquí. Lo que contiene la carta es demasiado privado para ponerlo en un blog.
Sé que lo estabas esperando, poder leerla, lo sé, es mi culpa. Nunca debí alimentaros con mis problemas. Pero hagamos una cosa, puedes comprarlo aquí y así ayudar a Lumos. Te sentirás mejor.





viernes, 22 de febrero de 2013

Valentía o Cobardía

Después de Arrepentimiento o Cobardía llega lo que podría ser la segunda parte de ésta serie de decisiones. 

¿Cuándo la Valentía se puede convertir en Cobardía?
Vivimos rodeados de tecnología. Esta nos da todo el poder que deseamos, nos creemos valientes escondiéndonos detrás de una pantalla. El anonimato que te da Internet te hace grande, poderoso y, lo que es peor, valiente.

Nos creemos valientes por insultar a alguien a través de Internet, de liderar una revolución por Twitter o decir lo que de verdad piensas sobre alguien a base de indirectas.

Dejamos que los problemas se resuelvan por mensajería instantánea, donde podemos decir cualquier cosas que no nos atreveríamos a decir a la cara, porque la pantalla nos da valentía virtual, pero en el mundo real, en donde importa los actos, eres el mayor cobarde que podré conocer.

¿Nunca aprendieron que las cosas importantes se dicen a la cara? Es de sentido común. Dumbledore citaba a Harry a su despacho para contarle sus planes, porque cualquier mensaje se puede interceptar. ¿Se imaginan a Harry Potter derrotando a Voldemort a base de lechuzas?

Por eso permiteme reírme al leer un mensaje a las cinco de la mañana alegando que te has armado de valentía y te has "tirado a la piscina", porque donde algunos ven valentía yo veo cobardía y donde algunos ven piscina yo veo un charco con flotadores.

Lo peor es que luego se sienten ofendidos si no contesto a un testamento de mensaje. Perdón, pero tengo una sencilla regla: si el mensaje contiene más de tres líneas la considero como una cadena y no la leo. ¿Qué decía algo importante? ¡qué lástima, nunca podré opinar sobre cuan importante es para mi! ¿Qué si quiero hablar? De qué querría yo hablar si no sé lo que me has dicho porque he eliminado el mensaje importante que yo creía que era una cadena. 

Seguramente te estás preguntando por qué escribo esto en vez de decirlo a la cara, que me estoy contradiciendo con cada entrada que escribo. La diferencia es que ésto ya se lo he dicho a la cara y por qué no hacerme la 'valiente' y decirlo por aquí. 

Tampoco es tan difícil, las cosas a la cara y los llantos de después al blog. 
Está bien ser valiente, nadie te va a juzgar por ello. Pero eso sí, ten cuidado de como muestras tu valentía, puedes llegar a quedar como un completo cobarde.

jueves, 20 de diciembre de 2012

El Fin del Mundo

Me siento obligada a escribir esta entrada, como Iker Jiménez haciendo el especial del Fin del Mundo en Cuarto Milenio.

Mañana es el Fin del Mundo, parte de la población está alarmada, buscando provisiones y la otra parte tacha de locos a los primeros. Documentales llenan las programaciones de las cadenas de televisión y los organizadores de fiestas hacen su agosto este viernes.

¿Creo en el Fin del Mundo?
Claro que lo creo, si he aprendido algo en mi vida es que las cosas terminan, la vida termina, las amistades terminan, todo termina. Lo que no creo es que sea mañana. Existen muchas formas de que se acabe el mundo y muchas de ellas seremos nosotros los culpables.

El Sol tiene sus días contados, un día se convertirá en una gigante roja y veremos el apocalipsis con nuestros propios ojos. Aunque eso de verlo no lo tengo tan claro. Estamos utilizando La Tierra como algo de usar y tirar. Contaminamos porque "no volveremos a habitar el planeta", porque "ya se encargarán los de atrás en arreglarlo" y porque "no se ha inventado nada para sustituir lo contaminante". Lo malo es que nuestros familiares habitarán este lugar, puede que si seguimos así no habrá una solución y que ya se ha inventado esas cosas. Vivimos en una sociedad consumistas y es muy difícil quitar nuestros hábitos de consumo, no vamos a dejar de comprar gasolina de buenas a primera y menos si los altos cargos hacen lo imposible por evitar fomentar las energías renovables y también que inventos que acabarían con la crisis energética vean la luz. ¿Qué tienen pensado estos dirigentes? ¿Poner una cúpula cuando rompamos la capa de ozono?

El Fin del Mundo está siendo un tema muy recurrente esta semana. Científicos desmintiendo las teorías de los mayas y los historiadores ni se creen éstas teorías. Me he visto muchos documentales sobre este tema, básicamente porque me gusta más una apocalipsis que a un tonto un lápiz. He podido sacar algo en claro, he visto miedo. Mientras intentaban aparentar que no va a ocurrir nada, mientras decían que en Estados Unidos mucha gente se está suicidando y que el gobierno ha dado un comunicado de tranquilidad, yo he visto miedo. Miedo por parte de todos los científicos que han salido desmintiendo esto. Sus argumentos en contra del Fin del Mundo han sido "nuestros ordenadores no reflejan nada fuera de lo normal", "tenemos todos los cuerpos celestes del universo monitorizados" o "no hay constancias de ningún agujero negro cercano". Pero tienen miedo porque siempre tienen soluciones para todo, si se acerca un asteroide pueden enviar a Bruce Willis a perforar su superficie y ponerle una carga nuclear; si el núcleo de La Tierra deja de rotar podemos enviar a alguien a iniciar explosiones nucleares para restablecer su rotación; si a causa de una actividad sísmica se origina una ola gigante mientras otras catástrofes naturales acribillan el planeta, no se preocupen porque el Gobierno tiene unas arcas para salvar a los más ricos.

Y esto es así, los científicos tienen miedo de que ocurra algo y no tener la solución, mientras los ricos se burlan de los que creen en estas teorías y se escuchan sus risas amortiguadas a través del hormigón de las paredes de sus búnkers.

El ser humano es un ser orgulloso y la simple idea de no poder salvar su vida los hace débiles. Su orgullo no les permite ver que la amenaza son ellos mismo y no un terremoto que no pueden prever.

¿Qué haría hoy si mañana se acabara el mundo? Es lo que se pregunta todo el mundo. No estoy segura de la respuesta, me gustaría contestar algo así como reunir a toda la familia en una cena, como cuando corrían las navidades del siglo pasado. Pero no se pueden pedir imposibles, entonces pediría no estar sola en esta habitación estudiando para el último día del curso.

 ¿Tendrías miedo si mañana se acabara el mundo? Esta es la pregunta que yo haría. Yo no lo tendría, es más, me gustaría estar con la cabeza bien alta esperando a este fin, viéndolo venir de frente. Yo ya me he enfrentado a mi Fin del Mundo hace año y medio. Si se acaba mañana lo aceptaría, no lamentaría nada, no huiría, no intentaría buscar una escapatoria, no me escondería en un bunker por diez años. "Para una mente bien organizada, la muerte no es más que la siguiente gran aventura" y yo ya he tenido tiempo de organizar mi mente.

Si el mundo se acaba mañana, gracias por aguantar mis reflexiones de mi vida muggle.



miércoles, 31 de octubre de 2012

Arrepentimiento o Cobardía.

¿Está bien arrepentirse?

Somos la generación que tiene muchos lemas, pero ¿los entendemos? Está muy bien decir que vives como dicen muchas frases, inclusos nos la tatuamos, pero en realidad lo que nos gusta es la foto en blanco y negro que está puesta de fondo.
Si preguntamos acerca del arrepentimiento seguramente la respuesta general sea alguna de esas frases, no te arrepientas de tus actos.

Yo no comparto esa opinión, creo que está bien arrepentirse y hay cosas de las que me arrepiento. Dicen que toda acción que cometes sirve para aprender, que de los errores aprendes a no volverlos a cometer. Y tienen razón, seguramente no me arrepiento de algún error que he cometido, pero alguna locura que he hecho y que no sirvió para nada sí que me arrepiento.

Está bien arrepentirse, nadie te va a juzgar por ellos. Pero eso sí, ten cuidado de como te arrepientes y de que manera le muestras el arrepentimiento a alguna persona, puedes llegar a quedar como un completo cobarde.